
Ha vuelto a suceder: con las elecciones autonómicas andaluzas, las legislativas francesas y las presidenciales colombianas han sonado las alarmas sobre el desinterés político y la abstención electoral de los jóvenes, y los análisis sobre qué pueden ambas cosas decirnos sobre la salud de nuestras democracias. Por ejemplo, en las pasadas legislativas francesas, siete de cada diez jóvenes de menos de 25 años no fueron a votar, algo que parecería mostrar que esa cohorte no asocia su futuro a la política. Es un problema real y concreto del que, en cambio, suelen extraerse conclusiones generales discutibles.