El último tercio del siglo XX es fecundo en personajes históricos, entendidos estos como esos líderes capaces de trascender barreras coyunturales y encarnar grandes corrientes de fondo de los cambios políticos -para bien o para mal-, de los que son representantes pero también propulsores. Pensemos en Gorbachov en la Perestroika o en el Che Guevara durante la generalización de las guerrillas por América Latina y África. O en Reagan y Thatcher, que en la década de 1980 representaron el neoliberalismo y el rearme moral que actualmente reclaman políticos más jóvenes del mismo espectro ideológico. Caídos muchos mitos con el Muro en 1989, unos cuantos líderes representaron aquellos años optimistas que van desde el fin de la Guerra Fría hasta el 11S y el inicio de la Guerra contra el Terrorismo.