Poco a poco la innovación ha ido permeando en cómo deberíamos comportarnos. Debemos mantener una actitud innovadora en la familia, el trabajo o en nuestra comunidad política. El I+D+i ha llegado a los afectos. «Formación continua», «movilidad», «flexibilidad», «flexiseguridad»… Nos hemos acostumbrado a escuchar palabras y sintagmas que remiten a una reinvención (a una innovación) constante de nosotros mismos. Y una más: la utilidad del fracaso.

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