Una de las ventajas de la democracia representativa es que no te obliga a mostrarte como lo que votas. El voto es secreto y la opinión no es obligatoria (aunque no lo parezca). Pero lo que es una ventaja desde el punto de vista personal, supone una constante espada de Damocles para el propio sistema democrático, porque nadie ni nada garantiza que los ciudadanos no opten en secreto por las peores opciones. Jesús Gil gobernaba en Marbella porque todo el mundo lo votaba pero nadie admitía que lo hacía.