Toda época de avances científicos y tecnológicos conjuga progresos reales, mensurables y con impacto real en la vida de la gente, y proyectos excéntricos ante los que prima la incredulidad y la desconfianza, cuando no el miedo. Así, en nuestros días conviven anuncios sobre el imparable avance de la genómica con terapias como el ARN mensajero o la técnica de edición CRISPR, con aplicaciones inmediatas, con otros proyectos tan aparentemente descabellados como la detención del reloj biológico, e incluso su reversibilidad, la criogenización o, directamente, el final de la muerte.