junio 7, 2024 — Antonio García Maldonado
Dos preguntas más a Robert Kaplan (una sobre Rex Tillerson y otra sobre los Balcanes)
Por razones de espacio, quedaron fuera de la entrevista que hice a Robert Kaplan dos preguntas con sus respuestas. Una en relación al papel y la personalidad de Rex Tillerson (Secretario de Estado de Estados Unidos) y otra relacionada con Serbia y la influencia rusa en los Balcanes. Son estas:
– Es difícil comprender el papel del Secretario de Estado, Rex Tillerson, teniendo en cuenta que proviene de una industria del petróleo que presionó durante décadas por las reformas liberalizadoras en México que se hicieron finalmente en 2013.
Tillerson es un personaje realmente difícil de desentrañar. Porque su forma de gestionar el Departamento de Estado es muy discreta, de perfil muy bajo… No le hace ningún caso a los medios. Le gusta actuar detrás del telón. Es la manera en la que actuaría un CEO de Exxon como lo fue él. No olvidemos que se pasó media vida en la industria del petróleo, como el jefe de una empresa que trabajaba sin rendir muchas cuentas ante la opinión pública. No es un Secretario de Estado al que le importe mucho lo que los medios piensen de él. Es complicado hacerse una idea ajustada sobre él. Creo que busca éxitos sin hacer ruido… negocia discretamente con Rusia, con China… No ceja en su empeño por moderar las políticas del presidente y, al mismo tiempo, busca quedar al margen de los medios en la medida que puede.
– Como experto en los Balcanes, ¿cree que Rusia dejará tan alegremente que Serbia continúe su viaje hacia Occidente? ¿Qué podemos esperar de Serbia como tablero europeo cardinal de la rivalidad entre Occidente (en este caso, la UE) y Rusia?
Para Rusia es extremadamente fácil y barato desestabilizar los Balcanes. No tienen que hacer mucho. Les basta con impedir que Serbia, Kosovo y otros países se acerquen y se integren en la UE. Que Serbia, Kosovo, Bosnia Herzegovina y otros países no formen parte de la UE es una victoria simbólica para Rusia. Las tensiones étnicas benefician a Rusia, mientras que las reconciliaciones étnicas benefician a Occidente.