Las ideologías y las grandes teorías que intentan explicar y resumir la sociedad ponen el trabajo en el corazón de sus preocupaciones. Es así porque el empleo va más allá de conseguir los medios con los que procurarse la existencia intercambiando el trabajo por un salario. Es, también, uno de los ejes de las identidades con las que nos proyectamos en esa misma sociedad. De ahí que los cambios en las características del empleo traigan aparejados cambios en el humor social que van mucho más allá del mercado laboral. Es lo que el sociólogo estadounidense Richard Sennet estudió ya en los 90 en su ensayo La corrosión del carácter, cuya descripción anticipaba muchos de los males que estallarían más de una década después.